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miércoles, 5 de julio de 2017

EL SECRETO DE CONVICT LAKE

(The secret of Convict Lake, 1951).

Dirección: Michael Gordon.
Guion: Anna Hunger, Jack Pollesfen, Oscar Saul, Victor Trivas, Ben Hecht (sin acreditar).

Reparto:
Glenn Ford (Jim Canfield)
Gene Tierney (Marcia Stoddard)
Ethel Barrymore (Granny)
Zachary Scott (Johnny Greer)
Ann Dvorak (Rachel Schaeffer)
Barbara Bates (Barbara Purcell)
Jeanette Nolan (Harriet Purcell)

Música: Sol Kaplan.
Productora: Twentieth Century Fox Corporation (USA).

Por Jesús Cendón. NOTA: 6’5

“Creo que carga con demasiada responsabilidad. Juez, jurado y verdugo, todo bajo un bonito vestido de señora. ¿Por qué no organiza un linchamiento?” (Jim Canfield a Marcia Sotddard tras el recibimiento a los presos por parte de las mujeres del pueblo)


ARGUMENTO: Cinco convictos, entre los que se encuentra Jim Canfield acusado injustamente de asesinato, tras escapar del penal de Carson City recalan en un pueblo de montaña cerca del lago Monte Diablo habitado temporalmente sólo por mujeres. Ambos grupos deberán aprender a convivir hasta que cese la tormenta.


Basada en hechos reales acaecidos en 1871, la película, aunque no conseguida del todo, constituye una propuesta muy atractiva por su audacia y es, sobre todo, por diversas razones una rara avis dentro del género wéstern de la década de los cincuenta.


En primer lugar porque el filme se constituye como una mixtura de géneros. Por supuesto es un wéstern, pero igualmente contiene elementos de thriller (unos convictos en busca de un botín), melodrama (las dos historias de amor) e, incluso, terror en escenas como la nocturna que se desarrolla en el establo, previo a su incendio, con uno de los personajes tan sólo alumbrado por una lámpara de petróleo.


En segundo lugar el marco geográfico en el que se desarrolla la acción. Así se van a sustituir las grandes llanuras con sus infinitos espacios abiertos por la montaña, la nieve y un entorno cerrado. De esta forma, el pueblo aislado por la tormenta va a ser concebido por el director como un microcosmos, un espacio claustrofóbico y opresivo, que le permitirá dosificar la tensión a través de tres arcos argumentales perfectamente ensamblados:
-    Las ansias de venganza de Jim Canfield al pretender acabar con el individuo cuya falsa declaración le condenó a la horca.
-    La tentativa de Johnny Greer, junto con el resto de compinches, para adueñarse de los cuarenta mil dólares escondidos por el hombre que traicionó a Jim.
-    Los desordenados impulsos sexuales de Clay, otro de los ex convictos. Un psicópata condenado por violación y asesinato presto, en esta situación, a liberar sus más bajos instintos.


En tercer lugar por la importancia cuantitativa y cualitativa de la presencia femenina en el filme. De esta forma la película entroncaría con los escasos ejemplos en los que se resaltó el papel de la mujer como colectividad en el wéstern: “Caravana de mujeres” (William Wellman, 1951) o “Brigada de mujeres” (George Marshall, 1957).


 


Por último, nos encontraríamos con la trascendencia del sexo como un elemento que impulsará la acción. Johnny se dará cuenta desde el inicio de las carencias sexuales y afectivas de Rachel, una mujer frustrada y reprimida, y la seducirá como parte del plan para averiguar el paradero de los cuarenta mil dólares (es extraordinaria la secuencia de la seducción que culmina con un fundido en negro para a continuación mostrarnos las llamas de un fuego). Mientras que la pulsión sexual de Clay, latente durante gran parte de la película, culminará con el intento de violación de Barbara y el posterior linchamiento de este por parte de las mujeres del pueblo.


La película además cuenta con un gran reparto. Nos encontramos con Gene Tierney, bellísimamente retratada por la fotografía en blanco y negro obra de Leo Tover que resalta sus hermosísimos ojos, en el papel de Marcia Stoddard que se debate, a medida que descubre la clase de hombre que es su prometido, entre su amor creciente por Jim y su compromiso matrimonial con Rudy. Ethel Barrymore como Granny, personaje experimentado y líder natural del grupo de mujeres. Ann Dvorak, sensacional en su último papel para el cine, dando vida la reprimida Rachel, una mujer amargada por su soltería de la que llegan a decir: “Esperar a un marido es difícil, pero no tener a quién esperar es aún peor”; además de no esconder sus celos hacia Marcia al haberse prometido ésta a su hermano. Y. por último, Jeannete Nolan como la dominante madre de la joven Barbara, objeto del deseo de Clay. Son personajes muy bien perfilados con apenas algunas pinceladas. Por el lado masculino destacan un adecuado Zachary Scott, el malvado del filme, un hombre inteligente que, cual demonio, se dará cuenta de la debilidad de Rachel y la tentará seduciéndola por motivos espurios; y Glenn Ford como Jim Canfield, un individuo consumido por su sed de venganza que deberá escoger, ante la creciente amenaza de sus compañeros de fuga,. entre su satisfacción personal y la protección a las mujeres.


Película, por tanto, profundamente moral que, aunque cuenta con un giro de guion coincidente con la aparición de los maridos que supone cierta pérdida de credibilidad en el tramo central, remonta en un gran final centrado tanto en las consecuencias derivadas de actitudes codiciosas, como en la posibilidad de regeneración de los seres humanos si se les permite una segunda oportunidad.


“El secreto de Convict Lake” es, en definitiva, una joya olvidada que influyó en películas más reconocidas como “El día de los forajidos” (Andre De Toth, 1959) y, estoy seguro, hará las delicias de los aficionados al género.

Ver la película: