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jueves, 7 de abril de 2016

BONE TOMAHAWK

Poster de la película Bone Tomahawk
(Bone Tomahawk) - 2015

Director: S. Craig Zahler
Guion: S. Craig Zahler

Intérpretes:
Kurt Russell: Sheriff Hunt
Patrick Wilson: Arthur
Matthew Fox: Laura Lee
Richard Jenkins: Chicory
- Matthew Fox: Brooder
Lili Simmons: Samantha

Música: Jeff Herriott, S. Craig Zahler

Productora: Caliber Media Company/The Fyzz Facility/Realmbuilder Productions
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 7,5

Sheriff Hunt (despidiéndose de su fiel ayudante Chicory): "Despídeme de mi mujer, yo saludaré a la tuya"

SINOPSIS: El pueblo de Bright Hope ve interrumpida su tranquilidad con el secuestro por parte de una tribu de indios de tres ciudadanos. Cuatro hombres: el sheriff del pueblo, su veterano ayudante, el marido de una de las secuestradas y un atildado pistolero se lanzarán al rescate y en su búsqueda se toparán con el horror.

Fotograma de Bone Tomahawk preparando la salida al rescate

Debo confesar que me acerqué a esta película con bastante aprensión. Producción de una pequeña compañía independiente (Caliber Media Company) de escaso presupuesto, apenas tres millones de dólares, y mezcla de géneros tan antagónicos como el western y el terror; la operación me recordaba a otros intentos fallidos y, por qué no decirlos, cutres como la olvidable “Cinco tumbas sangrientas” perpetrada por Al Adamson en 1970.

Fotograma de Bone Tomahawk troglodita muerto

Pero nada de eso. Me he encontrado con una propuesta inteligente e innovadora que, a partir de un estupendo guion, supone un intento muy serio por revitalizar el género cinematográfico por excelencia. Un brillante debut de S. Craig Zahler, hombre de espíritu renacentista ya que es autor de varias novelas westerns, thrillers y de ciencia ficción, cuenta con más de veinte guiones aunque sólo uno llevado a la pantalla grande, ha trabajado como director de teatro y director de fotografía y tiene dos grupos musicales.

Fotograma de Bone Tomahawk cabalgando por las praderas

Es verdad que la película parte de una premisa inverosímil. La existencia de una tribu, de unos doce o trece individuos, de indios caníbales; en realidad trogloditas más cercanos a la Edad de Piedra que a la segunda mitad del siglo XIX que, además, habitan una zona perfectamente delimitada (El Valle de los Hombres Hambrientos) y todo ello sin que el ejército haya tomado cartas en el asunto. Pero también es verdad que está tan perfectamente integrada en la historia que no afecta a la coherencia interna del filme y el espectador, por lo menos en mi caso, termina por aceptar el hecho.

Fotograma de Bone Tomahawk con trogloditas

Porque nos encontramos con un trabajo perfectamente construido, en el que Zahler muestra su conocimiento de los grandes directores clásicos, desde John Ford en el principal arco argumental que remite a dos de sus obras más emblemáticas como son “Centauros del desierto” (1956) y “Dos cabalgan juntos” (1961); hasta Howard Hawks al reivindicar valores como la profesionalidad y el deber y, sobre todo, en la relación de Hunt con su viejo ayudante que recuerda claramente a la protagonizada por el sheriff John T. Chance y Stumpy en “Río Bravo” (1959).

Fotograma de Bone Tomahawk Kurt Rusell y Richard Jenkins

Además la película recupera el gusto por las cabalgadas en grandes espacios abiertos, por las conversaciones nocturnas alrededor de las fogatas, por un ritmo pausado a través de escenas en ningún caso superfluas con las que la historia avanza y que, igualmente, nos permiten conocer mejor a los personajes. Porque si el filme cuenta con otra gran virtud es la de perfilar detalladamente a estos. Así nos encontramos con el sheriff Hunt (un revitalizado Kurt Russell, mostrando que con el tiempo es cada vez mejor actor), un hombre práctico, líder natural incapaz de perder la serenidad y consciente de sus obligaciones como sheriff; el típico profesional del cine de Hawks. Junto a él Arthur (un reivindicable Patrick Wilson) el marido de la secuestrada, hombre de fe se revelará como un individuo con una gran fuerza de voluntad capaz de superar mediante su inteligencia y coraje todos los obstáculos; Richard (magníficamente interpretado por el televisivo Mathew Fox) un elegante y frío pistolero traumatizado por el asesinato de su familia por los pieles rojas; y, sobre todo, un inolvidable Chicory, en una gran composición de Richard Jenkins, capaz de perderse en las reflexiones y digresiones más peregrinas con las que aporta un sutil toque de humor a la cinta.


A estos cuatro protagonistas el director-guionista los involucrará en un viaje que les conducirá al terror más absoluto, un verdadero descenso a los infiernos en el que, de nuevo, se aprecian las influencias de los clásicos; en este ocasión Coppola y su “Apocalipsis now”, así como la novela en la que se basaba (“El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad). Porque lo que encontrarán al final del camino es la barbarie y crueldad más absolutas, un mundo primitivo y olvidado en el que impera la ley del más fuerte y se rige, sin ningún tipo de consideración moral o ética, por un único principio: la supervivencia. Los personajes vivirán entonces una pesadilla, pero una pesadilla real en la que descubrirán el horror y que este tiene rostro, como afirmaba el coronel Kurtz en la citada “Apocalipsis now”.

Fotograma de Bone Tomahawk con Matthew Fox

Así, junto a los cuatro rescatadores, el espectador llega a los últimos veinte minutos brutales en los que para mí Craig Zahler se excede con una secuencia repugnantemente explicita e innecesaria (siempre es más elegante sugerir que mostrar, como el propio director había hecho anteriormente) en la que asistimos al martirio y posterior descuartizamiento de uno de los personajes. Escena que, desafortunadamente, entronca al filme con una serie de producciones italianas de infausto recuerdo realizadas a finales de los setenta y principios de los ochenta (“La montaña del dios caníbal” de Sergio Martino, “Holocausto caníbal” de Ruggero Deodato, o “Comidos vivos” y “Caníbal feroz” de Humberto Lenzi) Puro cine, por llamarlo de alguna forma, de explotación.

Fotograma de Bone Tomahawk descuatizando a una persona

Borrón que, no obstante, no empaña las enormes virtudes de la película, sin duda una de las propuestas más sugerentes de este género en los últimos veinte años, que junto con otros westerns como “Deuda de honor” (Tommy Lee Jones, 2014), alejados del manierismo y la autocomplacencia de directores más reconocidos como Tarantino e Iñarritu, revela que el género no está muerto y todavía quedan muchas historias que contar.

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Por: Xavi J. PruneraNota: 7

Sheriff Hunt: "El dolor es la forma en la que el cuerpo habla contigo. Haría bien en escucharle."

Siendo el western y el cine de terror mis géneros preferidos era lógico y normal que esperara esta peli con las máximas expectativas. Y más teniendo en cuenta que las críticas que me iban llegando eran francamente buenas. Aún así, tenía miedo. Y lo tenía porque siempre he sido muy consciente que western y terror son dos géneros que no casan fácilmente. Quizás por eso puse todas mis esperanzas en que “Bone Tomahawk” se acercara —como mínimo— a “Ravenous”, un film de características muy similares. Lo que no me esperaba, sin embargo, es que “Bone Tomahawk” superara a “Ravenous”. Porque sí, lo consigue. Y precisamente por ello “Bone Tomahawk” se ha ganado, con todo merecimiento, ese 7 que le he adjudicado. Me explico.

Fotograma de Bone Tomahawk con Kurt Russell y Richard Jenkins

Una de las claves a la hora de mezclar dos géneros tan antagónicos como el western y el cine de terror son, a mi juicio, las proporciones. Y si lo que queremos es que el producto resultante atesore cierto rigor y coherencia tenemos que tener muy claro que la peli debe ser un western con pinceladas de terror y no al contrario.

Fotograma de Bone Tomahawk con Lili Simmons

Y eso es lo que, afortunadamente, evidencia “Bone Tomahawk”. Una peli cuyo 75 % es western puro y duro y que tan solo deriva hacia el terror con aditamento gore cuando el propio entramado argumental lo justifica. Nunca antes.

Fotograma de Bone Tomahawk con Kurt Rusell

Así pues, un merecidísimo notable para una peli cuyas tres cuartas partes iniciales constituyen un espléndido recorrido por el western clásico (con detalles que nos remiten a “Cielo amarillo”, “Centauros del desierto” o “Río Bravo”) y que sólo se aparta de los cánones habituales del género cuando accedemos al clímax final.


Tomáoslo con calma, pues, y paladead sin prisas esa larga y penosa travesía por el desierto. Ah, y no seáis excesivamente tiquismiquis desde un punto de vista antropológico, por favor. Sólo así iréis conociendo poco a poco a los cuatro protagonistas y sólo así estaréis preparados para asistir a una cuarta parte final de infarto. Estáis avisados.

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Por: Güido MalteseNota: 7

El alcalde: “¿Alguien sabe cómo se escribe “Trogloditas?”....es por el telegrama”

Pausada, pero con ritmo
Lenta, pero entretenida
Clásica, pero moderna
Western, pero diferente

Me dispongo, aunque con reticencias, a visionar “Bone Tomahawk”, film del que previamente he visto algún tráiler y no me ha convencido en absoluto, pero hay que reseñar, así que vamos a ello.

Fotograma de Bone Tomahawk con Kurt Rusell

Tres personas son secuestradas en Bright Hope y el Sheriff Hunt, el segundo ayudante Chicory, el pistolero Brooder y el marido de una de las secuestradas, Arthur, se ponen en camino para liberarlos. Con esta premisa, Craig S. Zahler nos introduce en un western con muchas características de “road movie”, grandes toques del western clásico y crepuscular y un buen guión que nos atrapa desde el inicio. Y todo esto lo consigue con un presupuesto limitadísimo, cosa a reivindicar hoy en día, sobre todo en este género tan difícil para atraer espectadores y buenas críticas.

Fotograma de Bono Tomahawk con Kurt Rusell

La mayor parte del film, está dedicada al viaje de los cuatro personajes camino del “Valle de los Hambrientos” para salvar a sus conciudadanos. Destacan las largas marchas, a caballo inicialmente y a pie finalmente, pero, sobretodo, destacan las acampadas nocturnas y las conversaciones alrededor de la hoguera. Zahler consigue que mantengamos la atención a la pantalla en todo momento, incluso cuando realmente no ocurre absolutamente nada, pero es capaz de mantenernos alerta, esperando saber que va a ocurrir a continuación. Como comento en mi introducción a la reseña, esa lentitud en que ocurran las cosas y ese pausamiento y calma que respira el metraje, no consiguen aburrirme o distraerme en ningún momento. ¿Y eso como es posible?, se preguntará alguno....pues con un sólido guión y unas interpretaciones perfectas, a la par de una buena fotografía y un cierto suspense.

Fotograma de Bone Tomahawk

Algunos diálogos entre los protagonistas son realmente buenos, destacando por encima de todos el segundo ayudante Chicory (magistral Richard Jenkins), un viejo viudo y que desvaría de vez en cuando, pero que el fondo ofrece al grupo todo lo que ha atesorado durante su larga vida, tanto en conocimientos como en humanismo y compañerismo.


Gracias a él, por encima del resto, las charlas nocturnas con sus divagaciones y pensamientos, se convierten en una delicia para el espectador, que espera con ganas el siguiente comentario del adorable anciano. Jenkins siempre fue un sólido secundario, pero aquí realmente lo borda. Sus gestos, sus muecas, hasta sus andares son de una calidad interpretativa encomiable.


Otro punto fuerte es Kurt Russell, el sheriff hierático, resolutivo y fiel a sus códigos y su moral. El bueno de Kurt mejora lentamente, como el buen vino...cuánto más madura, mejor actúa. La pareja Russell/Jenkins nos recuerda mucho a Wayne/Brennan, a Stewart/Brennan y, porqué no, a Holden/Borgnine en “Grupo Salvaje”. La forma en Chicory vela por Hunt, se asemeja a mucho a Dutch siempre fiel a Pike.


Patrick Wilson, como el marido de la secuestrada, que es consciente de lo que la ama cuando lee en voz alta la carta que no quiso leer ante ella por vergüenza, un tipo piadoso y temeroso de Dios pero con una voluntad de hierro y un carácter tranquilo pero sacando de vez en cuando su genio y su rabia.


Y finalmente, Matthew Fox, cumpliendo correctamente con su papel de pistolero presumido y fanfarrón, enemigo acérrimo de los indios (¿He oído Ethan Edwards?), pero leal y buen compañero a su manera.


Todos ellos son los que me remiten a mi comentario inicial, se respira western clásico y crepuscular por doquier. Eso hace que la hora y media inicial de la película me parezca maravillosa y me hace sentir que, por fin, volvemos a tener un gran western en las pantallas, quizás no a la altura de “Sin Perdón” u “Open Range”, pero muy cerca...

Pero mi gozo en un pozo, ya que el último cuarto del film me decepciona enormemente.


¿Realmente eran necesarios los trogloditas caníbales? ¿No se podían meter unos apaches despiadados? ¿Hacía falta el gore? ¿Tan ridículos debían ser dichos trogloditas?


Lo único positivo que tienen es darle sentido al título del film, ya que sus hachas son huesos de la quijada de un caballo, pero nada más. Algunos dirán que es innovador mezclar el western con otros géneros...yo debo de ser demasiado clásico. Cierto que está todo muy bien hilvanado y se ajusta perfectamente en el desarrollo del guión, en ese aspecto nada que objetar. Es más, nuestros cuatro protagonistas siguen deleitándonos y manteniéndonos atentos a todo lo que pasa. Zahler mantiene con pulso férreo su labor de dirección y consigue no caer en el absurdo o destrozar la película con este giro de género, e incluso introduciendo el terror y el gore en la trama, no abandona el western en ningún momento. ¡Y eso es de admirar y mucho!


Pero ni por esas le perdono esos trogloditas caníbales en la Arizona de finales del XIX y menos en un western.....Si, antes de llegar al Valle de los Hambrientos, pensaba en darle un 8 de puntuación por todo lo comentado, esta última media hora me lleva a bajar la nota, admito que con pesar....pero yo soy un apasionado del cine del oeste, no me metáis aliens, vampiros, vikingos ni neandertales! Siempre hemos tenido indios malísimos de todo tipo, desde Cicatriz (Centauros del Desierto) pasando por Ulzana (La venganza de Ulzana) o Salvaje (La noche de los gigantes), que nos impresionaban tanto o más que unos trogloditas con el look del alienígena de “Depredador”.


Por último, comentar que me hace gracia que la música esté compuesta por dos personas... cuando la película carece casi por completo de ella!


En fin, a pesar de mis negativas últimas impresiones, un film que recomiendo encarecidamente a cualquier aficionado al género. Un gran western, que demuestra que aún hay vida en el Far West y que pese a engendros como “Diablo” o “Slow West”, siempre aparecerá un tal Zahler o un tal Tommy Lee Jones (Deuda de Honor) que sabrán darle oxígeno al género cinematográfico por excelencia. ¡Viva el Western!

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Por: Valen GarcíaNota: 7,5

Samantha O'Dwyer: "Por esto la vida en la frontera es tan difícil. No por lo indios ni por los elementos sino ¡por los idiotas!"

Hemos descubierto un nuevo western con cierto aroma clásico donde su director, el primerizo S. Craig Zahler nos deleita con una cinta que unida a los films de Tarantino, Iñarritu y Tommy Lee Jones parece revitalizar el género.



Supongo que mis compañeros habrán contado y analizado ya todo lo mejor y peor de la peli. Pero bueno, voy a contar lo que me ha atraído de ella y lo que no.

Zahler nos presenta cuatro interesantes personajes perfilándolos a lo largo de la historia con un guion de los que hace mucho tiempo no disfrutaba y es que el libreto es uno de los avales de la historia:
- Kurt Rusell “Franklin Hunt” un veterano sheriff dedicado al cumplimiento de su deber.
- Richard Jenkins “Chicory” el ayudante y fiel protector/defensor del sheriff. Quizá el papel de Jenkins sea el más agradecido por esa bondad y ternura que despliega. Y es que desde el principio hasta el final borda su papel de viejo torpe ayudante del sheriff.
- Mattew Fox “John Brooder” interpretando a un presumido, elegante y hábil pistolero traumatizado por el asesinato de su familia a manos de los indios.
- Patrick Wilson “Arthur O'Dwyer” está perfecto mostrándonos el sufrimiento físico y mental de un marido que se une a la búsqueda desesperada de su mujer arrastrando su pierna gangrenada por el pedregoso desierto.


Pues bien, a Zahler se le nota oficio atreviéndose con su ópera prima durante más de dos horas, arriesgando su aventura con un ritmo lento pero sin aburrir y empleando los planos adecuados en todo momento.


La fotografía de interiores me han sorprendido destacando esos matices suaves, cálidos y ocres. La fotografía de exteriores sin embargo protagonizada por un sol de infarto.


Durante esta aventura hay grandes momentos de charlas entre diferentes personajes que entretienen, divierten y que nos permiten conocerlos: momentos frente al fuego, protegiendo la acampada, presos de los trogloditas... He de destacar un instante que sucede cuando Arthur (P. Wilson) decide bendecir la cena y se percibe la incomodidad del resto de comensales ante la oración. Es uno de los planos en los que se demuestra el buen hacer del director.


Particularmente hay un pequeño detalle que me ha tenido inquieto. Y es que existen momentos que se abusa del “alemán” utilizado varias veces en ciertas escenas para no ofrecernos ninguna perspectiva subjetiva del catalejo y sin que sea un elemento decisivo en ninguna situación.


El giro final es inesperado, no apto para estómagos delicados. Creo que no hacía falta llegar a ese extremo gore con el que resuelve el final violento de ciertas escenas. Sencillamente porque lo mejor de la película es todo lo demás: el ritmo pausado, los agradecidos toques cómicos por parte de Chicory, las largas charlas a la luz de la hoguera (que recuerdan por su extensión a Tarantino), las lentas cabalgadas por las praderas y largas caminatas bajo un sol sofocante, todo esto acompañado de suaves y pequeños detalles musicales que pasan casi desapercibidos. Esto corresponde al 70% de la película que me obliga a valorar muy positivamente Bone Tomahawk, para mí una curiosa mezcolanza western-road-movie-terror-fantástico no muy bien agitada. Puede que con el tiempo, una cult movie.

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Fotos:





S. Craig Zahler dirigiendo Bone Tomahawk con Kurt Rusell

S. Craig Zahler en la presentación de Bone Tomahawk










TRAILER:



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jueves, 11 de febrero de 2016

EL RENACIDO

(The revenant) - 2015
Director: Alejandro González Iñárritu
Guion: Mark L. Smith, Alejandro González Iñárritu
Intérpretes:
- Leonardo DiCaprio: Hugh Glass
- Tom Hardy: John Fitzgerald
- Domhnall Gleeson: Captain Andrew Henry
- Will Poulter: Bridger
- Forrest Goodluck: Hawk
- Paul Anderson: Anderson
Música: Carsten Nicolai, Ryûichi Sakamoto
Productora: New Regency / Anonymous Content / RatPac Entertainment; Distribuida por 20th Century Fox
País: Estados Unidos


Por: Xavi J. PruneraNota: 8

John Fitzgerald: "Viniste todo este camino sólo para tu venganza. ¿La disfrutaste Glass? Porque nada te devolverá a tu hijo "

 “The Revenant” no es, obviamente, una peli para todos los paladares. Los más aprensivos la considerarán —con toda probabilidad— excesivamente dura y descarnada. Los puristas del guión, simplona y desmedida. Los detractores de Iñárritu, pretenciosa y grandilocuente. Y muchos amantes del western clásico, en general, lenta y hasta cansina. Pero a mí, particularmente, me ha gustado y mucho. Intentaré explicarme.


Tradicionalmente siempre me han gustado las pelis con buenos guiones. Con buenos guiones y, naturalmente, con buenos narradores tras la cámara. Pero también sé apreciar, al margen de lo que me cuentan, cómo me lo cuentan. E Iñárritu, en ese aspecto, es un fuera de serie. Y es que muy pocas veces he podido ver en pantalla grande una historia de supervivencia en el marco de una naturaleza tan desatada y hostil; una naturaleza que -al margen de cuatro pinceladas a lo Malick- nada tiene de bucólica y sí mucho de cruda y despiadada.


Una hiperrealidad (digitalizada si queréis) que te cala de agua hasta el tuétano, que te hiela hasta las pestañas y que te inflige dolor, mucho dolor. Aunque, obviamente, de eso no sólo es culpable Iñárritu. Y creo que es justo y necesario destacar -en esta faceta- la gran labor de Emmanuel Lubezki, con una fotografía total y absolutamente prodigiosa. 


Pero si algo me lleva a otorgarle un 8 a “The Revenant” son eso que yo llamo “secuencias para el recuerdo”. Secuencias que quedan marcadas a fuego en nuestra particular memoria cinéfila y que “The Revenant”, sin lugar a dudas, atesora a espuertas. Secuencias que, de sobras, justifican el visionado de esta peli y que hasta los más enconados detractores de Iñárritu recordarán mientras vivan. Naturalmente, no voy a destripároslas.


Solo diré que la primera está a la altura de secuencias como la del desembarco de Normandía en “Salvar al soldado Ryan” o la de la batalla de Germania en “Gladiator” y que, tras la esperada escena del oso grizzly (brutal y escalofriante como pocas), aún os quedarán incluso un par más de ellas por degustar.


Y poco más. Tan solo añadir que Leonardo DiCaprio y Tom Hardy están inmensos y que todos esos espectadores que dicen que la peli de Iñárritu no les ha provocado ni frío ni calor quizás lo sostienen porque, probablemente, se esperaban una peli más “amable”. Una peli más fácil de digerir. Con algo más de contenido crítico, melodramático o espiritual. Algo que, indudablemente, un western de aventuras como “The Revenant” ni atesora ni pretende en modo alguno.

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Por: Valen García. Nota: 8

Hugh Glass a su hijo Hawk: "No te dejaré, hijo. Estoy justo aquí"

No entiendo por qué algunos directores tratan de alargar las historias más allá de lo standard. Y no lo entiendo porque esta historia (que ya fue contada en “"El hombre de una tierra salvaje" de Harris y Sarafian) no lo necesita. Tarantino lo hizo hace unos meses con sus odiosos e Iñárritu lo hace ahora con su renacido. Y lo bueno del caso es que esta historia empieza igual de bien que los odiosos, pero poco a poco se va desinflando y a las dos, en general, les sobra metraje. Asimismo, los dos autores, en sus últimas creaciones incluyen erróneas e inútiles elipsis. Está claro que hay hijos predilectos en el cine y Tarantino e Iñárritu lo son, porque obviamente las productoras no permitirían hacer pelis tan largas a cualquiera.


Tengo que decir, por otra parte, que las interpretaciones de DiCaprio y Hardy son brillantes, imprimiendo cada cual en su papel toda su fuerza: DiCaprio arrastrándose por el suelo y gruñendo como sólo él sabe hacerlo y Hardy haciendo de malo malísimo. A pesar que DiCaprio lo borda, no obstante, el papel de Hardy contiene -a mi juicio- más matices interpretativos.


El plano secuencia inicial de la batalla, por otro lado, es una impactante delicia visual. Y la escena de la pelea con el oso, sensacional. Seguro que, con el tiempo, será la más recordada de la peli por su crudeza y realismo.


La potencia visual de las imágenes fotografiadas por Lubezky es lo que, probablemente, más ha maravillado a todos los que han visto la peli. Y es que, al contrario que en casi todas las películas, ésta se ha rodado con luz y escenarios naturales.


Iñárritu, al contrario que Tarantino, no pretende seguir un ritmo narrativo sino que prefiere que el personaje principal, interpretado por Leonardo DiCaprio, muestre todo su sufrimiento detalle a detalle, por lo que el guión es prácticamente invisible. Salvo en las intervenciones del gran Hardy, por supuesto.


Las imágenes aliñadas con la música de Ryûichi Sakamoto, además, ganan en belleza. Pero creo francamente que se pasa en la duración de las tomas. A mi juicio son lentas, largas, repetidas e incluso en ocasiones, muy cansinas.


Y ya para acabar, no quisiera olvidarme de un detalle técnico que me ha maravillado: el uso del gran angular en casi todo el metraje. Un recurso que permite percibir los gestos de los personajes a la vez que se muestran los maravillosos paisajes, espectaculares contrapicados, etc.


Ya sabemos que la película no cuenta una realidad. Que es cine y que lo único que pretende es causar un efecto en el espectador. Pero creo que esta peli, espectacular y morbosa como pocas, lo consigue positivamente.

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Por: Güido Maltese. Nota: 7

Hugh Glass: "La venganza está en manos de Dios, no en las mías”

Bueno, pues una nueva reseña con un solo visionado del film y dos días después de dicho visionado. Esto me resulta complicadillo, pero los estrenos mandan y hay que ponerse manos a la obra!


Al contrario que con “Los Odiosos 8”, aquí no tenía puestas muchas expectativas de que fuera a ser una gran película. Tenía claro que era un remake de “El hombre de una tierra salvaje” (Richard c. Sarafian - 1971) interpretada por Richard Harris y John Huston, película que no me convenció en su día y que parecía realizada exclusivamente para el lucimiento personal de Richard Harris y para aprovechar el tirón de “Un hombre llamado Caballo”, filmada un año antes por Elliot Silverstein y que obtuvo un gran éxito. Curiosamente, y habiendo leído tantas noticias sobre “The Revenant”, en ningún momento se hace alusión a este hecho y no he visto ningún escrito comentando que se trataba de un remake.


Bien, la película tiene un inicio espectacular, con un plano secuencia de los que quitan el hipo y un manejo de la cámara y de la luz absolutamente magistral. Y, por si esto no fuera suficiente, poco después tenemos la famosa escena del ataque del oso. Ha transcurrido una media hora de película y ya estoy pensando en lo buenas que van a ser las dos horas que me quedan por delante... craso error! La película pasa a ser un documental de bosques, ríos, cascadas y nieve en tomas tan espectaculares como demasiado alargadas innecesariamente. Señor Iñarritu, con un par de segundos ya me basta para ver que bonitos son esos árboles filmados en contrapicado, no hace falta que lo alargue usted hasta el hastío ¿O es que era imperativo que la película dure más de dos horas y media? Sabe usted perfectamente que con poco más de hora y media, el resultado habría sido el mismo!


El guión es prácticamente inexistente y, aún así, tiene unos fallos garrafales (que no puedo desvelar ahora por deferencia a los que no la hayáis visto). La cosa no es muy grave si no eres un enfermo de la lupa como yo, al fin y al cabo es un film sobre la supervivencia en la naturaleza adversa. Aquí, el director, los guionistas y alguno más, se pasan de la raya....para sobrevivir a todo lo que le ocurre al protagonista debería tener el esqueleto de adamiantum de Lobezno, la piel de Hulk y los poderes de Spiderman. En fin, me esperaba algo mas real y posible (cosa que sí consigue Sarafian casi 50 años antes).


En cuánto a las interpretaciones, he leído ríos de tinta sobre el hecho de que por fin DiCaprio va a recibir el Oscar que se merece. Pues bien, si no le dieron el Oscar por “El lobo de Wall Street” ni por “Django Desencadenado”, sería un tongo absoluto que se lo den aquí! Por supuesto, lo hace bien, muy bien... pero es tan fácil para cualquier buen actor interpretar ese rol de “sufridor”, escondido tras una barba y una melena, que no veo que haya nada especial ni destacable en su actuación. Otra cosa es Tom Hardy, que no solamente realiza una grandísima interpretación, es que se come crudo a Leonardo!


Lo mejor de la película, con mucha diferencia, es la fotografía. Emmanuel Lubezki (“Gravity”, “El árbol de la vida”, etc..) realiza un trabajo impecable, de una gran finura y con un manejo de la luz y el color envidiables. Cierto que la mayoría de “postales” son alargadas hasta el hastío, pero hay que reconocer que dichas postales son maravillosas y espectaculares.


Debo decir que, a pesar de la duración exagerada, y sobretodo innecesaria, del film, no me aburrí en ningún momento. Cierto que es muy lenta en la hora y media central, pero Lubezki la salva con su buen hacer fotográfico. No soy asiduo del cine de Iñarritu y con esta película menos aún, pero reconozco que su trabajo de dirección es impoluto, lástima que sea demasiado “cansino” para mí.


La nota que al final le pongo (7) se la han ganado Lubezki, Hardy y DiCaprio, ya que camuflan muy bien el flojo guión, la duración exagerada de la película y la parte demasiado “documental” de la misma. Lo que está claro, es que dentro de un par de años nadie se acordará de ella, está lejos de ser un gran película!


P.D. No entiendo esa moda, tan en boga últimamente, de alargar el metraje de las películas. En la mayoría de los casos, lo único que se consigue es cansar al espectador. Para igualar a “El padrino”, “Hasta que llegó su hora” o “Uno de los nuestros” no basta con igualar la duración....hay que igualar también el guión, la dirección, el montaje, la producción, etc.... Y, por lo visto, algunos no se enteran!

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Por: Jesús Cendón. Nota: 5,5

Hugh Glass: “Morir ya no me da miedo. Eso ya lo he vivido”
Lenta, tediosa, aburrida, vacía, premiosa, soporífera, cargante, pretenciosa, efectista, cruel, interminable, presuntuosa, sádica, tramposa, incoherente son algunos de los calificativos que me vienen a la cabeza tras haber visto la última ¿película? del otrora interesantísimo Alejandro González Iñárritu, ya que es muy difícil encontrar en “El renacido” la capacidad para conmover que demostró este director junto a su guionista Guillermo Arriaga en filmes del nivel de “Amores perros”, “21 gramos” o “Babel”; cintas con las que te estremecías, emocionabas y hacías tuyos los sufrimientos que padecían sus protagonistas.


Sin embargo en esta en ningún momento, por más que se esfuerzan el director y los guionistas torturando constantemente y de las formas más variopintas a Leonardo DiCaprio, llegas a empatizar con él porque cualquier exceso, y se exceden hasta parecer increíbles las situaciones y vivencias del personaje principal, tiende a producir el efecto contrario provocando en el sufrido espectador la desconexión respecto a los hechos que está padeciendo en la pantalla.


Claro que la alternativa puede consistir en olvidarte de que estás viendo un filme pretendidamente realista y tomártelo como una aventura de un nuevo superhéroe que, cual Ave Fénix, renace constantemente de sus cenizas. En ese caso, yo recomendaría a Iñárritu que preparase una saga en la que Hugh Glass, tal que Superman, el Capitán América o cualquier otro superhéroe con superpoderes (por ejemplo una pistola de una bala disparada varias veces sin cargar, su inmunidad a la hipotermia o su capacidad para despeñarse con un caballo sin sufrir la más mínima lesión), luchará en este mundo contra el mal para restablecer el bien. La única diferencia sería la ambientación, en este caso los EEUU del primer tercio del siglo XIX.


Además, uno tiene la sensación tras salir de la sala de proyección de que se ha perdido una gran oportunidad de hacer un buen western contemporáneo enmarcado en lo que se denominó el western ecologista o naturalista y cuyos máximos exponentes fueron “Más allá del Missouiri” (William Wellman, 1951), “Río de sangre” (Howard Hawks, 1952), “Un hombre llamado caballo” (Elliot Silverstein, 1970) y “Las aventuras de Jeremiah Johnson” (Sidney Pollack, 1972); así como de hacer una adaptación a la altura de la que parece una gran novela tras el relativo fiasco de la anterior versión, “El hombre de una tierra salvaje” (un filme irregular, aunque apuntaba aspectos interesantes, dirigido por Richard C. Sarafian en 1971 a mayor gloria de la vanidad de Richard Harris); ya que esta película, a pesar de haberse ocultado la información, es un remake de la anterior.


¿Y por qué hablo de ocasión perdida? Porque el comienzo es espectacular, con una batalla rodada de forma aparentemente caótica, transmitiendo de esta forma el miedo y la inseguridad de los tramperos, a la que se encadena el brutal ataque de un oso sufrido por Hugh Glass; pero a partir de ese momento asistimos al vacío más absoluto, con una misma situación repetida hasta la saciedad; eso sí espléndidamente fotografiada por Emmanuel Lubezki quien, junto al realizador, se empeña en que cada toma sea superior a la anterior, de tal forma que tanto alarde y virtuosismo al servicio de la nada llegan a ser también cansinos.


Nadería que la torpeza del director y de los guionistas remata en un final bochornoso (no os preocupéis porque no lo voy a contar) que acaba de forma grotesca con el mensaje, solamente apuntado, más interesante y profundo de la película, al contraponer la capacidad del ser humano para perdonar los mayores ultrajes y el más que razonable sentimiento de venganza del protagonista; así nos hurtan un epílogo de cierta hondura con el dilema moral que parece plantearse el protagonista y lo sustituyen por otro más simple e incluso naif.


“El renacido” se revela, pues, como un ejercicio de estilo vacío con un guion anecdótico, que daría para una película de duración estándar, estirado hasta la exasperación a los más de ciento cincuenta minutos eternos. De tal forma que durante gran parte del metraje no se sabe si estás viendo una película (es decir una historia narrada, con mayor o menor acierto, por su director), un documental de la National Geographic (¡Qué bonitos salen los árboles, los ríos, las montañas y los animales en los que el director se recrea continuamente y por tiempo prolongado!) o un programa de supervivencia extrema del estilo de “Aventura en pelotas XL” en el que los concursantes deben vivir sin ropa, comida y agua durante cuarenta días (parece que los dos guionistas, entre los que se incluye el propio Iñárritu, pusieron toda su imaginación en las distintas formas de maltratar y vejar al protagonista, olvidándose de todo lo demás, incluido de dotar de coherencia al guion).


Clara muestra del paupérrimo nivel del cine estadounidense actual, Iñárritu puede obtener su segundo Oscar al mejor director de forma consecutiva, tras haberlo ganado por la controvertida “Birdman”. Un hito sólo logrado por otros dos directores: John Ford en 1940 y 1941 por “Las uvas de la ira” y “¡Qué verde era mi valle!”, y Joseph Leo Mankiewicz en 1950 y 1951 por “Carta a tres esposas” y “Eva al desnudo”. Las comparaciones, como habitualmente se dice, son odiosas.

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Fotos:


Paisajes:


La mayor parte de El Renacido fue filmada en la región de Kananaskis, un área de parques nacionales en las Montañas Rocosas canadienses, situada al oeste de Calgary. Imagen: 20th Century Fox
El espectacular paisaje del Valle Bow en Alberta. Imagen: Brendan Bell
Se construyó un fuerte cerca de la carretera de Spray Lakes, con el monte Ishbel y Castle Rock de fondo. Imagen: 20th Century Fox
Iñárritu comentó que si bien estaban rodeados por un paisaje increíble, éste es el peor lugar para un productor para hacer una película. Imagen: Anne Elliott
Una escena de una batalla fue filmada cerca de la reserva india Morley. Imagen: cszmurlo
Una grúa y caballos fueron transportados hasta unos 2.400 metros de altura para una secuencia cerca de Fortress Mountain Resort. Imagen: 20th Century Fox
Unos aviones bombardearon la zona para provocar una avalancha para una escena. Imagen: 20th Century Fox
Los Páramos de Drumheller, situados al noreste de Calgary. Imagen: 20th Century Fox
La extraña iglesia en ruinas fue construida para la ocasión, al igual que el fuerte fronterizo, el pueblo Pawnee y la montaña de cráneos de búfalo. Imagen: 20th Century Fox
Cataratas Kootenai cerca de Libby en Montana, Estados Unidos. Esta secuencia tardó diez días en completarse y fue filmada en la misma ubicación que la película de 1994 Río salvaje, protagonizada por Meryl Streep. Imagen: 20th Century Fox
Las últimas escenas de Revenant fueron rodadas en el extremo sur de Sudamérica. El pequeño río Olivia cerca de Ushuaia (Tierra del Fuego, Argentina).

TRAILER: