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miércoles, 1 de febrero de 2017

HONDO

(Hondo - 1953)
Director: John Farrow
Guion: James Edward Grant
Intérpretes:
- John Wayne: Hondo Lane
- Geraldine Page: Angie Lowe
- Ward Bond: Búfalo Baker
- Michael Pate: Vittorio
- James Arness: Lennie
- Rodolfo Acosta: Silva
- Paul Fix: Comandante Sherry

Música: Hugo Friedhofer, Emil Newman

Productora: Warner Bross. Wayne-Fellows Production
País: Estados Unidos

Por: Jesús Cendón. Nota: 7’5
“Será el fin de los apaches”.
“Sí. Adiós a una forma de vida. Lástima, es buena” (Conversación entre Búfalo y Hondo tras haber derrotado a los indios).


ARGUMENTO: Durante las guerras con los apaches Hondo Lane, un honesto y enigmático correo del ejército, encuentra en un rancho aislado a una mujer y a su hijo. Al negarse a acompañarle al fuerte se convertirá en su protector y en el  mentor del niño; al mismo tiempo que surgirá una fuerte atracción entre los dos adultos.


A comienzos de la década de los cincuenta John Wayne se había convertido en una gran estrella de Hollywood, gracias sobre todo a sus colaboraciones con Ford (la llamada Trilogía de la caballería y “El hombre tranquilo”), Hawks (“Río Rojo”) y Allan Dwan (“Arenas  sangrientas” con la que obtuvo una nominación al Oscar al mejor actor), por lo que decidió crear junto a Robert Fellows la Wayne-Fellows Productions, antecedente de la Batjac, con el objeto de producir sus películas.


Consecuencia de ello fue este filme basado en el relato corto “El regalo de Cochise” del gran especialista Louis L’Amour (tanto el cuento como la posterior novela han sido editados por Valdemar en su lujosa colección Frontera). Para adaptarlo a la pantalla contó con un hombre de su entera confianza con el que trabajaría asiduamente, James Edward Grant, que potenció el carácter intimista del relato; mientras que encargó la dirección a John Farrow, padre de Mia Farrow, aunque él también rodó alguna secuencia.


El resultado fue un western contemplativo, pausado, de una gran belleza (no en vano intervino Robert Burks, el director de fotografía favorito de Alfred Hitchcock) e impecablemente rodado cuyo esqueleto argumental remite a “Raíces profundas”, principalmente en la relación de Hondo con el hijo de Angie, en el que lírica y épica se dan la mano y es afín a la corriente cinematográfica reivindicativa del indio y su cultura surgida desde finales de los años cuarenta (“Fort Apache”, “Flecha rota”, “Yuma”, “Apache”, “La puerta del diablo”).


Así el protagonista, Hondo Lane, es un medio indio, casado en el pasado con una nativa, que convivió durante un tiempo con los pieles rojas y no sólo respeta su forma de vida, más apegada a la naturaleza, sino que parece admirarla.


Asimismo se nos presenta a Vittorio (Michael Pate) como un hombre honorable (el respeto a uno mismo y a los demás es otro de los temas que aborda la película), víctima de las guerras con el hombre blanco (todos sus hijos han muerto) y fiel a la palabra dada (la película deja constancia de que es el gobierno estadounidense el que ha roto el tratado de paz y Hondo llega a comentar que: “La palabra mentira no existe en la lengua apache y les han mentido”).



Evidentemente, la historia está contada desde el punto de vista del hombre blanco y, por tanto, resalta las masacres perpetradas por los apaches, pero no deja de ser un filme honrado sobre la extinción de la cultura del búfalo y de las grandes praderas norteamericanas.


La película que fue rodada en 3D, un sistema pensado para atraer al público a las salas ante la creciente competencia de la televisión, cuenta además con escenas espectaculares, como la lucha de Hondo con Silva en el poblado y, sobre todo, la gran batalla final que parece ser fue filmada por John Ford (1), aunque existen testimonios dispares sobre la participación del genial director en el filme.


Igualmente cuenta con una gran interpretación de un John Wayne en su mejor momento que incluso se muestra inusitadamente romántico en varias escenas. Sin duda el personaje de Hondo sirvió decisivamente para forjar la imagen del mejor cowboy de Hollywood; aunque, curiosamente, la primera opción barajada fue Glenn Ford, quien rehusó participar en el filme por su mala relación con John Farrow tras su colaboración en “Saqueo al sol” (1953), también producida por la Wayne-Fellows.


Para el papel de Angie Lowe se escogió a la reputada actriz de teatro Geraldine Page que borda su personaje (prácticamente debutante sería nominada al Oscar como actriz secundaria). Además intervinieron característicos secundarios, todos ellos amigos del protagonista, de la talla de Ward Bond con el que el Duke siempre tuvo una química especial, Paul Fix y James Arness, al que Wayne recomendó para interpretar al sheriff Matt Dillon, personaje pensado inicialmente para él, en la legendaria “La ley del revólver”.


En definitiva, un western sólido y profundamente clásico que se encuentra entre los mejores de los interpretados por el Duke, una vez excluidos lógicamente los rodados junto a John Ford, Howard Hawks y Henry Hathaway y por el que reconozco tengo debilidad.


Por último, comentaros dos cuestiones respecto a la película:
El filme ha sido durante mucho tiempo uno de los westerns menos conocidos de los interpretados por John Wayne dados los problemas que hubo con los derechos de propiedad, por lo que hasta hace poco tiempo no pudo emitirse en televisión, ni editarse en DVD.
A partir de ella se filmó una serie de televisión en la que Michael Pate repitió su papel de Vitorio.
(1) Parece ser que Ford se ofreció a finalizar la película ya que John Farrow tuvo que abandonarla por un problema contractual.



jueves, 20 de octubre de 2016

LA DILIGENCIA

(The stagecoach) - 1939

Director: John Ford
Guion: Dudley Nichols

Intérpretes:
- Claire Trevor: Dallas
- John Wayne: Ringo Kid
- Thomas Mitchell: Doc Boone
- Andie Devine: Buck
- John Carradine: Hartfield
- Louise Platt: Lucy Mallory
- George Bancroft: Marshall Curley
- Donald Meek: Samuel Peacock
- Berton Churchill: Gatewood
- Tim Holt: Teniente Blanchard   

Música: Temas populares arreglados, entre otros, por Richard Hageman

Productora: Walter Wanger Production 
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 8,5

"Somos las víctimas de un morbo infecto llamado prejuicios sociales" (El doctor Boone a Dallas inmediatamente antes de ser expulsados de Tonto por los miembros de la Liga de la Ley y el Orden)


ARGUMENTO: Un grupo de individuos viaja de Tonto a Lordsburg. Pronto se les unirá un proscrito, Ringo Kidd. Juntos deberán vencer a sus prejuicios morales y hacer frente a numerosos peligros, entre los que se encuentra  la revuelta del apache Gerónimo.


Quizás no sea el mejor western de la historia del cine pero, sin duda, es uno de los más importantes y de mayor influencia porque convirtió lo que hasta ese momento era un género considerado menor, caracterizado, salvo escasas excepciones, por producciones realizadas en serie destinadas a rellenar las sesiones dobles a base de historias simples y con personajes planos, en un género para adultos con argumentos más complejos y personajes perfectamente definidos. El resultado fue que por primera vez, si exceptuamos “Cimarrón” (Wesley Ruggles, 1931), un western estuvo nominado a siete Oscar, incluidos a los de mejor película y director; aunque tuvo la fatalidad de competir con “Lo que el viento se llevó”,  por lo que sólo fue galardonada con dos frente a los diez que obtuvo la lujosa y plúmbea producción de David O. Selznick quien, curiosamente, había rechazado el proyecto de Ford. Sin embargo creo que el tiempo ha puesto a ambas películas en su lugar.

Se trata por tanto del western que indicó por dónde debía transitar este género, pero además a través del relato de un grupo heterogéneo de individuos enfrentados a un enemigo común en el que se combinan perfectamente aventura, humor, principalmente con el personaje de Curly, y amor, Ford nos da una visión nada complaciente de una sociedad hipócrita y puritana, caracterizada por sus prejuicios y obsesionada por las apariencias; y al mismo tiempo crítica el capitalismo salvaje, representado en el banquero estafador que exige la inexistencia de controles en las actividades de los hombres de negocios (supongo que la crisis del 29 todavía estaba muy presente). Un individuo insolidario cuyos lemas son: “América para los americanos. El gobierno no debe intervenir en los negocios. Reducir impuestos. Un hombre de negocios como presidente”; pero que no duda en exigir la protección de ese estado que tanto denuesta, representado por el ejército, cuando lo necesita. Estamos ante un patriota de boquilla y “anarcoliberal” que intenta enriquecerse robando las nóminas de sus conciudadanos. Personaje, desgraciadamente, muy actual.

Para rematar su visión, establece una constante dialéctica entre las clases populares y la aristocracia (muy representativa en este sentido es la escena en la que Lucy se levanta de la mesa para no permanecer sentada junto a Dallas), mostrando más simpatía por los personajes marginales, seres imperfectos pero de mayor humanidad: la prostituta Dallas (personaje que se caracteriza por su solidaridad y está interpretado por una convincente Claire Trevor, aunque inicialmente se pensó en Marlene Dietrich para darle vida); el alcoholizado pero lúcido Doctor Boone (un genial Thomas Mitchell justamente galardonado con el Oscar a mejor actor secundario) al que Ford reserva la frase final que define en gran parte a la película: “Ya se han librado de las ventajas de la civilización”; o el prófugo de la justicia Ringo, acusado injustamente de un crimen que no cometió (un joven John Wayne en uno de sus primeros papeles importantes tras el injusto fracaso en taquilla del excelente western “La gran jornada” dirigida en 1930 por Raoul Walsh).


Mientras que parece retratar con más severidad a los honorables miembros de esa sociedad: Lucy, la altiva, estirada y clasista mujer de un oficial; el caballero del sur devenido en vulgar fullero (el fordiano John Carradine) al que parece importarle solamente el personaje anterior al reconocer en ella a su misma clase social, el ya comentado personaje de Gatewood (un banquero prepotente, egoísta y farsante autor de un desfalco); o, incluso, el sheriff (George Bancroft) que trata de forma diferente a las dos mujeres, así mientras que se dirige a Lucy como dama o señora a Dallas la tutea o se dirige a ella con su nombre de pila. Un grupo cuyos miembros tan sólo comenzarán a acercarse tras el nacimiento del hijo de Lucy, feliz acontecimiento en el que la actitud del médico borrachín y la prostituta será capital.

 


Desde el punto de vista técnico el filme es extraordinario. Ford filma escenas espectaculares como la del ataque a la diligencia que a pesar del tiempo transcurrido es difícilmente superable, y da toda una lección sobre la planificación y el encuadre (Anthony Mann llegó a afirmar que: “El realizador que más he estudiado, mi director favorito, es John Ford. En un plano expone más rápidamente que cualquier otro el entorno, el contenido, el personaje. Tiene la mayor concepción visual de las cosas y yo creo en la concepción visual de las cosas”); así como de la utilización del fuera de plano, en la escena del enfrentamiento entre Ringo y los hermanos Plummer cuyo suspense se acentúa al ver a uno de los personajes entrar en el saloon, y de la panorámica que le permite sacar un gran partido de su querido Monument Valley, a partir de esta película paisaje emblemático de sus mejores westerns. Además de regalarnos algunas imágenes que han pasado a la historia del cine, como la presentación de Ringo a través de un travelling frontal mientras carga su wínchester con una mano.

Por último, comentaros como anécdota que Orson Welles, impactado por “La diligencia”, reconoció haberla visto docenas de veces inmediatamente antes de dirigir “Ciudadano Kane”.



En definitiva un clásico y, como tal, atemporal que, además, rescató a su protagonista de los westerns de serie B en los que estaba encasillado (en los años posteriores rodaría “Mando siniestro”, “Hombres intrépidos” y “El guardián de la colina” de, respectivamente, Walsh, Ford y Hathaway), dando el primer paso para convertirse en el cowboy por excelencia.





miércoles, 1 de junio de 2016

EL DORADO

(El Dorado) - 1966

Director: Howard Hawks
Guion: Leigh Brackett

Intérpretes:
- John Wayne: Cole Thornton
- Robert Mitchum: John Paul Harrah
- James Caan: Mississippi
- Charlene Holt: Maudie
- Arthur Hunnicutt: Bull
- Michele Carey: Josephine McDonald
- R. G. Armstrong: Kevin McDonald
- Edward Asner: Burt Jason
- Christopher George: Nelse McLeod
- Paul Fix: Doctor Miller


Música: Nelson Riddle

Productora: Paramount Pictures
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 9,5

“Se me pagaba para jugarme el pellejo y he decidido que cuándo y dónde yo quiera, no ahora” (Cole Thornton rechazando la proposición de Jason tras haber hablado con el sheriff Harrah).

Howard Hawks molesto por el camino emprendido por el cine llamó a John Wayne, igualmente incómodo y con el que había rodado “Río Rojo” (1948), “Río Bravo” (1959) y “Hatari” (1962), con el objeto de filmar un nuevo western de corte clásico basado en la novela “The stars in their courses” escrita por el especialista Harry Brown, para cuya adaptación contó de nuevo con Leigh Bracket. No contento con el resultado excesivamente trágico, el personaje de Thorton fallecía, reescribió el guion con Bracket y convirtió a “El Dorado” en una especie de revisión de “Río Bravo”. Ambas junto a “Río Lobo” constituyen una peculiar trilogía en la que no sólo se repiten los estudios en los que fueron rodadas, el pueblo de Old Tucson (también utilizado para otras producciones como “Wínchester 73”, “Duelo de titanes”, “Hombre” o “Joe Kidd”); sino situaciones e incluso planos.



De esta forma en el filme que nos ocupa podemos rastrear la huella de “Río Bravo” tanto en el esqueleto argumental (un grupo reducido de amigos enfrentados a un enemigo superior) como en escenas, entre las que destaca el enfrentamiento de los protagonistas en una iglesia que culmina en el saloon (en “Río Bravo el enfrentamiento tenía lugar en unas cuadras); o, incluso, en planos como aquel en el que Wayne da una patada a la botella que pretendía recoger Mitchum, mientras que en el filme de 1959 el objeto de su pie era una escupidera de la que iba a recoger Dean Martin una moneda.



No obstante esta película presenta grandes diferencias con su modelo:
Se aumentan considerablemente las escenas humorísticas y de corte costumbrista, fundamentales para conocer a los protagonistas y simpatizar con ellos.



En consonancia con el punto anterior, el alcoholismo de J. P. Harrah es tratado de forma cómica, lo que da lugar a algunos gags memorables, mientras que en “Río Bravo” el personaje de Dude era más dramático.



Junto a los veteranos tenemos a un joven,  pero en “Río Bravo” era, pese a su edad, un experto pistolero y en esta Mississippi tan sólo sabe manejar el cuchillo, por lo que su falta de soltura con las armas de fuego dará lugar a nuevas situaciones cómicas.



ARGUMENTO: El cacique de El Dorado, Bart Jason, presiona a la familia McDonald con el objeto de apoderarse de sus propiedades. Cole Thonton, un veterano pistolero, junto a un joven inexperto, Mississippi, y un veterano amigo, Bull, ayudará al alcoholizado sheriff de la localidad, antiguo compañero de aventuras, para restablecer la situación.



Creo que no descubro nada al sostener que Howard Hawks es uno de los mejores directores de la historia del cine. Sí además afirmo que “El Dorado” está al nivel de sus mejores películas, sin duda estamos ante una obra maestra. Una película maravillosa que se caracteriza por la forma tan lógica que fluye tanto la historia como las distintas escenas que la componen, a través de las cuales Hawks, como también había logrado en “Río Bravo” o “Hatari”,  consigue que nos encariñemos con un grupo de amigos enfrentados a un rival muy poderoso. Porque la clave de la película es la palabra amigos, sin duda la más repetida a lo largo del filme; así Hawks va a concebir este western como una apología de la amistad a través de unos personajes para los que esta es un valor supremo. Por ello Mississippi dedica dos años de su vida a vengar a su mentor, Cole Thornton no duda en atravesar un estado para ayudar al sheriff Harrah al enterarse de que se ha convertido en un borracho y este tampoco vacila en aceptar el trueque de Thornton por Jason a pesar de que el hecho suponga perder su mejor opción y quedarse en una situación muy delicada y arriesgada. Amistad en estado puro que resume perfectamente Maudie al afirmar acerca de Harrah  y Thornton que: “Le salvaste la vida o él a ti, o mutuamente y nunca os lo echaréis en cara. Hombres”. Son en definitiva modernos caballeros andantes prestos a ayudar a sus amigos, luchar contra el mal y establecer el orden natural. Hombres leales que a cualquiera le gustaría tener a su lado en caso de dificultades.



Igualmente, Hawks abordará otros dos temas: 
La profesionalidad, cuestión habitual en su filmografía, sobre todo a través de la relación entre Thorton y McLeod, dos pistoleros que muestran en todo momento su respeto, o en la actitud de Thorton al rechazar la participación de la familia McDonald en el enfrentamiento con Burt Jason al indicarle al padre que: “Digamos que estoy de parte de usted y este no es trabajo para aficionados”.



El paso del tiempo,  ya que nos vamos a encontrar con unos héroes más maduros y vulnerables que en “Río Bravo”. Un Cole Thorton que sufre parálisis temporales en su brazo derecho y un John Paul Harrah en el que el alcohol ha hecho estragos.



Junto a la gran dirección de Hawks destaca el tándem protagonista: Mitchum-Wayne, Wayne-Mitchum. Ambos nos ofrecen una lección interpretativa al alcance de muy pocos y plena de naturalidad, de tal forma que hay secuencias en las que da la sensación de que el director les hubiera rodado con cámara oculta. Acompañándoles aparecen Charlene Holt retomando prácticamente, aunque unos años después, el papel de Feathers interpretado por Angie Dickinson en “Río Bravo”; un joven James Caan; Arthur Hunnicutt en un rol pensado para Walter Brennan que no pudo incorporarse al proyecto por problemas de agenda; el televisivo Edward Asner y Christopher George que coincidiría posteriormente con Wayne, con mejor suerte para sus personajes, en “Chisum” (1970) y “Ladrones de trenes” (1973).



Por último, hay que destacar en su último trabajo y recuperado tras varios años de ostracismo al veterano Harold Rosson como director de fotografía, al que Hawks pidió que captara la luz nocturna de los cuadros de Remington; y los estupendos títulos de crédito con cuadros de Olaf Wieghorst, que interpreta el papel del armero en la película, mientras suena el gran tema compuesto por Nelson Riddle.



“El Dorado”, una lección magistral de cine. Cine con mayúsculas. Una de esas películas que me mostró como pocas la magia del séptimo arte, que me hizo amarlo de niño y que todavía hoy me sigue atrapando.


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Por: Xavi J. PruneraNota: 8

Hará un par de años, cuando revisé “Río Bravo” por última vez, ya dije que el western de Hawks me parecía -si no el mejor- sí el más querido y representativo de todos. Así pues, teniendo en cuenta que “El Dorado” también es de Hawks y que este cineasta seguía rodando y narrando la mar de bien en 1966, no entiendo por qué puñetas la gente se empeña en catalogar esta peli como una obra menor. Como un burdo plagio. Como la hermana bastarda de “Río Bravo”. ¿Acaso no es lícito explotar y sacarle el máximo rendimiento a un esquema argumental o a unos personajes que previamente han funcionado tan bien? ¿Acaso no hicieron lo propio cineastas como Hitchcock, Bergman, Leone o Kurosawa? ¿Acaso tan difícil es analizar o comentar un film sin prejuicios?

Tampoco considero, por descontado, que las líneas argumentales de “Rio Bravo” y “El Dorado” se parezcan tanto como dicen. Y menos, el tono. Mucho más cómico, y dramático a la vez, en “El Dorado”. Y lo mismo diría de su terna protagonista. En mi opinión, mucho más atractiva en “El Dorado”. Con un John Wayne más guasón, un Robert Mitchum más carismático y un James Caan más solvente. Quizás eché algo de menos el rollete que se traían John Wayne y Angie Dickinson en “Rio Bravo”, pero bueno, a sabiendas que la subtrama romántica suele ser algo muy secundario en westerns de este tipo tampoco creo que eso tenga demasiada importancia.

En fin, que “Rio Bravo” es mucho “Rio Bravo”, sí, pero “El Dorado” es oro. Oro puro.

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FOTOS:













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TRAILER: