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jueves, 17 de marzo de 2016

TIERRAS LEJANAS

(The Far Country) - 1954

Director: Anthony Mann
Guion: Borden Chase

Intérpretes:
James Stewart: Jeff Webster
Ruth Roman: Ronda Castle
Walter Brennan: Ben Tatum
Corinne Calvet: Renee Vallon
John McIntire: Gannon
Jay C. Flippen: Rube
Harry Morgan: Ketchum

Música: Joseph Gershenson
Productora: Universal-International
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 8,5

Jeff Webster: “Nadie hace nada por nada"

Cuarta colaboración entre Anthony Mann y James Stewart en la que recuperaron a Borden Chase, quien elaboró un libreto que presenta semejanzas con “Horizontes lejanos” (1952). Así tanto Glyn McLintock como Jeff Webster son personajes con un pasado turbio y tendencia a la violencia a los que persigue la ley, y se convertirán en víctimas de la especulación y de la falta de escrúpulos de aquellos que ostentan el poder (económico y judicial). Si en “Horizontes lejanos” Glyn veía como, tras haber pagado los suministros unos meses antes, el dueño de los mismos le exigía un nuevo pago muy superior al pactado para entregárselos; en la película que nos ocupa el juez del lugar, a través de una triquiñuela legal, se apoderaba del ganado de Jeff.



En los dos casos, además, su reacción precipitaba el drama final. No obstante, ambos mantienen una actitud vital opuesta. Glyn anhela olvidar su pasado e integrarse en la sociedad como un elemento más; mientras que Jeff es un ser individualista, insolidario, incapaz de asentarse definitivamente en un lugar; en definitiva, un inadaptado social al que no le gusta la gente e intenta huir de la sociedad, lo que le llevará a dirigirse a Alaska, última frontera a la que todavía no ha llegado la civilización.



El personaje de Jeff le permite a Mann narrar una fábula moral en torno al individualismo y el egoísmo. Así, el protagonista se preguntará a lo largo de la película ¿Por qué hay que ayudar a las personas? Al mismo tiempo que afirmará que cada uno debe cuidar de sí mismo. Es un ser incapaz de sentir empatía por los demás, salvo por el único amigo que tiene, y no desea involucrarse en los avatares de la comunidad.



Personaje, por tanto, oscuro y alejado del prototipo de héroe del western clásico que tan sólo reaccionará tras un hecho luctuoso y ante la ayuda desinteresada que se le prestará; convirtiéndose, finalmente, en el líder que necesitaba el pueblo de Dawson para que se restableciera el orden y la justicia. De esta forma, Mann nos plantea que el individuo es válido y alcanza su plenitud al poner sus conocimientos y habilidades al servicio de la sociedad con el objeto de que esta pueda avanzar.




En la película, además, se pueden observar una serie de elementos que son constantes a lo largo del ciclo, como la presencia de dos accidentes geográficos con una fuerte carga simbólica:



-  La montaña como obstáculo a superar por el protagonista para lograr su objetivo (vengar a su padre en “Winchester73”, detener a Ben en “Colorado Jim”).



- El río como elemento purificador y catártico (Glyn alcanzaba su anhelada redención tras mantener una pelea en el río con Emerson en “Horizontes lejanos”; mientras que en la película que nos ocupa su cambio radical se producía tras quedar herido en las aguas de otro río).



Por último, también se pueden apreciar ciertos elementos en común con “Colorado Jim”, ya que, al igual que Howard, la conducta de Jeff parece ser consecuencia de un desengaño amoroso; y si el western de 1953 comenzaba con un primerísimo plano de una espuela (objeto de importancia capital en la historia), este se cierra con un plano de otro objeto, en esta ocasión una campanita, símbolo de la definitiva integración de Glyn en la comunidad.



Por lo que respecta al elenco, junto a Stewart nos encontramos con un grandísimo Walter Brennan en el papel de Ben, el único amigo del protagonista y voz de su conciencia. También en un papel positivo aparece Corinne Calvet como la inocente Renée, personaje fundamental para el cambio en la mentalidad de Jeff. Por el contrario como personajes negativos para los que la riqueza es el valor supremo nos encontramos con Ruth Roman en el rol de la experimentada Ronda que, no obstante, se enamorará sinceramente de Jeff, y con John McIntire como el juez Gannon, un individuo que combina la ley y la fuerza para adueñarse de la ciudad y de las propiedades de los mineros, convirtiéndose en el principal antagonista de Jeff. Ambos protagonizan ambos un memorable duelo final extraordinariamente rodado.



En definitiva, un gran western y quizás la película más bella y compleja del ciclo Mann-Stewart, de obligatoria visión para todo aficionado a este género.

TRAILER:


jueves, 25 de febrero de 2016

COLORADO JIM

(The Naked Spur) - 1953
Director: Anthony Mann
Guion: Sam Rolfe, Harold Jack Bloom

Intérpretes:
- James Stewart: Howard Kemp
- Janet Leigh: Lina Patch
- Robert Ryan: Ben Vandergroat
- Ralph Meeker: Roy Anderson
- Millard Mitchell: Jesse Tate

Música: Bronislau Kaper
Productora: Metro Goldwin Mayer
País: Estados Unidos


Por: Jesús CendónNota: 8

Ben Vandergroat: "Escoger una u otra muerte ¿qué más da? Escoger una u otra vida, eso es lo difícil"

Tercera de las cinco colaboraciones westerns entre Anthony Mann, director, y James Stewart, protagonista, escrita en esta ocasión por Sam Rolfe y Harold Jack Brown como sustitutos del habitual Borden Chase. Si en “Wínchester 73” se abordaba el tema de la venganza y “Horizontes lejanos” se centraba en la difícil regeneración de los pistoleros, este filme va a pivotar en torno a dos temas entrelazados: la codicia y la impostura, a través del viaje, físico y moral, de unos individuos en cuyo final catártico les espera la muerte, real o simbólica.


La película se construye en torno a las relaciones de los únicos cinco personajes con entidad (tan sólo aparecen unos indios aniquilados por los protagonistas en una escena extremadamente violenta para la época) que, salvo en el caso de Lina, se nos presentan como ambiguos, cuando no abiertamente negativos.


Así nos encontramos con Howard Kemp, extraordinario como siempre James Stewart, un individuo que tras perder su rancho se ha convertido en cazador de hombres y presenta cierta querencia por la violencia; además en su afán por no compartir la recompensa dejará que se mantenga el equívoco sobre su persona al entender erróneamente dos de sus compañeros que es un sheriff. Hombre desengañado, tan sólo conseguirá redimirse al final gracias al amor de Lina, único personaje positivo, a la que dio vida una muy adecuada Janet Leigh en el mejor momento de su carrera.


En el polo opuesto se encuentra Ben, encarnado por un gran Robert Ryan que bordaba estos papeles. Es el hombre al que persigue Howard para cobrar su recompensa. Estamos ante individuo sin escrúpulos pero de gran inteligencia (por momentos el director parece mostrar predilección por él) que se vale de esta para engañar a sus compañeros de viaje y provocar fisuras en la relación existente entre estos.



Personaje seductor, mantendrá engañada hasta el final a Lina con su falsa actitud tendente a protegerla y al mostrarse como el sustituto de su padre del que era amigo; de tal forma que a lo largo del filme, y aprovechándose de su inocencia, se valdrá de ella para conseguir sus propósitos.


Junto a ellos dos personajes que se unirán a Howard con el objeto de cobrar la recompensa ofrecida por Ben, Roy (Ralph Meeker), un oficial licenciado con deshonor por su conducta libidinosa que encarna valores opuestos a los habitualmente atribuidos a los hombres de azul y será víctima de su codicia al intentar recuperar el cuerpo de Ben; y Jesse (Millard Mitchell) un veterano buscador de oro sin suerte que sueña todavía con encontrar su gran mina; personaje propio del romanticismo y como tal con un destino presidido por el infortunio. En su ingenuidad y aprovechándose de su avaricia será engañado por Ben, originando el fatal desenlace de la película.


Con estos únicos cinco personajes Mann construye una gran película en la que demuestra su sabiduría para rodar en exteriores, además de crear una tensión creciente (excelente la escena de la cueva) que culmina con una antológica secuencia desarrollada en los rápidos de un río caracterizada por la sabia utilización de la profundidad de campo y por la perfecta planificación, de tal forma que en un magistral plano vemos maniobrar a la vez a Howard y Ben justo antes de su enfrentamiento final.



Violencia, personajes moralmente ambiguos, individuos que tratan de ocultar su verdadera personalidad, la codicia como eje principal de la película; sin duda estamos ante un western profundamente moderno que anuncia claramente la evolución posterior del género.



TRAILER:


lunes, 1 de febrero de 2016

HORIZONTES LEJANOS

(Bend of the river) - 1952

Director: Anthony Mann
Guion: Borden Chase

Intérpretes:
- James Stewart: Glyn McLyntock
- Arthur Kennedy: Emerson Cole
- Julia Adams: Laura Baile
- Rock Hudson: Trey Wilson
- Jay C. Flippen: Jeremy Baile
- Chubby Johnson: Capitán Mello
- Harry Morgan: Shorty

Música: Hans J. Salter
Productora: Universal Pictures
País: Estados Unidos

Por: Jesús Cendón. Nota: 8,5

“Cuando una manzana está podrida si no la tiras a la basura echa a perder a las demás” “No es lo mismo un hombre que una manzana” (conversación entre Jeremy Baile, el jefe de los colonos, y Glyn McLyntock).

Segunda colaboración entre Anthony Mann (director), James Stewart (actor), Borden Chase (guionista) y Aaron Roosenberg (productor) que, con claras connotaciones bíblicas, aborda el tema de la difícil reinserción de los delincuentes en la sociedad a través de tres pistoleros que mantienen a lo largo de la película posicionamientos morales y éticos diferentes.




El filme narra las peripecias de una caravana de colonos que parten de Missouri (lugar de depravación y vicio) a Oregón buscando, al igual que el pueblo judío más de 3.000 años antes, la Tierra Prometida; en donde pretenden fundar una nueva colonia basada en el trabajo, la justicia y la paz. Para ello, contratarán a Glyn McLyntock (magnífico James Stewart) un guía que cuenta, al igual que Moisés, con un turbio pasado y se embarcará en un viaje, no sólo físico sino también existencial con el objeto de redimirse de su vida anterior.



Así Glyn, en determinado tramo de la película, será consciente de que la vida de los inmigrantes se encuentra en sus manos y no dudará, a pesar del peligro, en enfrentarse a aquellos que amenazan con acabar con la existencia de la comunidad de la que ha comenzado a formar parte. Su proceso de redención ha culminado, demostrando de esta manera que los hombres no son como las manzanas y pueden cambiar.



Junto a él Emerson Cole (memorable Arthur Kennedy), otro siniestro personaje que, atraído por el becerro de oro (los cien mil dólares ofrecidos por los mineros a cambio de las provisiones de los colonos), terminará por traicionar a su amigo.




Por último, nos encontramos con Trey Wilson, encarnado por un joven Rock Hudson, quien, al igual que el personaje de Laura (la habitual en este tipo de producciones Julia Adams), mantendrá una posición ambigua. Así, se verá atraído inicialmente por la riqueza pero terminará posicionándose a favor de los colonos.


Junto al tema principal de la redención se abordan otros como el de la construcción de los EE.U, con la marcha de los colonos al oeste en el que vivirán todo tipo de vicisitudes hasta poder asentarse; o la corrupción y el abuso del poder, al ser víctimas los inmigrantes de la ambición del cacique del lugar que especulará con los alimentos inicialmente vendidos a estos ante la posibilidad de obtener un mayor precio por ellos debido a su creciente demanda por parte de los mineros recién llegados.


En definitiva, estamos ante un excelente western de ritmo trepidante, sin tiempos muertos, con una magnífica utilización del fuera de plano; en el que el paisaje, como era habitual en Anthony Mann, se convierte en un elemento dramático más, y con secundarios difícilmente olvidables, como el capitán del barco al que se debe la frase más famosa de la película: “Nunca debimos abandonar el Mississippi”. 




lunes, 11 de enero de 2016

WINCHESTER 73

(Winchester 73) - 1950

Director: Anthony Mann.
Guión: Borden Chase y Robert L. Richards.

Reparto:
- James Stewart: Lin McAdam
- Shelley Winters: Lola Manners
- Dan Duryea: Waco Johnny Dean
- Stephen McNally: Dutch Henry Brown
- Jay C. Flippen: Sargento Wilkes
- Millard Mitchell: High Spade
- John McIntire: Joe Lamont

Música: Joseph Gershenson (director musical).
Productora: Universal Pictures
País: Estados Unidos

Por: Jesús Cendón. Nota: 8,5

“Sé cómo usarlo y sé para qué sirve la última bala” (Lola Manners ante el inminente ataque indio)

Proyecto largamente acariciado por Fritz Lang que, paradójicamente, se convertiría en la primera de las cinco colaboraciones western entre Anthony Mann y James Stewart (tres de ellas producidas por Aaron Rosenberg y escritas por el gran Borden Chase) y la única con fotografía en blanco y negro a cargo de William H. Daniels, ganador del Oscar por su brillante fotografía en “La ciudad desnuda” (1948).


A través de una estructura circular en el que un rifle, el wínchester del título, ira pasando de mano en mano hasta volver definitivamente a su propietario legítimo, Mann actualiza, en esta historia sobre el odio que se profesan dos hermanos, el mito de Caín y Abel y aglutina los temas y personajes más típicos del mundo del oeste: sheriffs, pistoleros, traficantes de armas, indios, la caballería, etc; haciendo constantes referencias a personajes y hechos reales (Wyatt Earp, Bat Masterson, Custer, Caballo Loco, las batallas de Bull Run, Gettysburg y Little Bighorn) que dotan de autenticidad al filme.




Protagonizada por James Stewart en un momento en el que, tras haber participado en la 2ª Guerra Mundial, buscaba papeles que cambiaran su imagen y le aportaran mayor dureza y ambigüedad, la película se sitúa en un lugar intermedio entre los westerns clásicos de Ford, Walsh, Hawks o Wellman y el revisionismo de los años sesenta; sobre todo, por el complejo personaje principal, un individuo carcomido por sentimientos como el odio y la venganza, de difícil encaje, salvo en casos excepcionales como “Centauros del desierto”, en los westerns realizados por los directores anteriormente citados, que tanto el director como al actor perfeccionarán en sus siguientes colaboraciones.




Además, junto a Stewart, que borda un papel de gran dificultad al dar vida a un personaje sosegado pero al mismo tiempo violento y brutal, nos encontramos con dos grandes malvados del cine clásico: Dan Duryea y Stephen McNally, ambos muy cómodos en sus respectivos papeles como el jefe de una banda de pistoleros y el hermano parricida del protagonista respectivamente; veteranos de la talla de Jay C. Flippen como un sargento de caballería, Millard Mitchel (el fiel compañero de Stewart), Will Geer (Wyatt Earp) o John McIntire (el avispado traficante de armas) y jóvenes promesas, casi debutantes, que apenas disfrutan de unas líneas de diálogo, como Rock Hudson (disfrazado de indio, con nariz postiza incluida) y Tony Curtis que da vida a un soldado.


En definitiva, una gran película que cuenta con un ritmo vertiginoso, en realidad se trata de un filme compuesta por varios sketchs perfectamente ensamblados (Mann se forjó en el noir de serie b por lo que estaba acostumbrado a narrar historias en tiempo record), y constituye un magnífico compendio del género cinematográfico por excelencia por lo que es de visión obligatoria para todo aquel que quiera entender el universo del western.


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Por: Xavi J. PruneraNota: 7


¿Winchester 73… o escopeta de feria? Porque, vamos, si os he de ser franco eso es lo que representa para mí la peli de Mann, amigos: una simple escopeta de feria. Y aunque admito que quizás me he pasado siete pueblos definiéndola así, ni he podido ni he querido evitarlo. Y es que, por desgracia, con ésta ya son dos las veces que un western de Anthony Mann me decepciona. Así pues, permitidme que haga uso hoy de mi legítimo derecho a derribar mitos (una práctica muy puntual y esporádica en mi caso) y que empiece mi irreverente reseña con tan mordaz y satírico paralelismo. Y es que, la verdad sea dicha, me ha venido a huevo.

Mr. Mann será todo lo bueno que queráis, un genio quizás, pero a mi sus westerns ni me llegan ni me llenan. Pero nada. Nada de nada. Y no porque el tipo no sepa narrar una historia o porque no sepa colocar la cámara en el lugar preciso porque eso lo sabe hacer y de sobra. Los westerns de Mann no me apasionan porque sus personajes me parecen excesivamente blandengues. Aunque, bien pensado, quizás el culpable de todo esto no sea Mann, sino el propio Stewart, protagonista de muchos de ellos y, obviamente, de éste. Y es que, por mucha predisposición que le eche, cada vez que veo al larguirucho de Jimmy haciendo el canelo en un saloon (como cuando se bebe el vaso de leche, por ejemplo) se me caen los huevos al suelo. No sé que opinaréis vosotros, pero en mi concepción del Oeste héroes de mantequilla como él no tienen cabida. ¿Acaso alguien duda, quizás, que actores como John Wayne, Kirk Douglas, Burt Lancaster, Gary Cooper o incluso Charlton Heston encajan mucho mejor que Stewart en este tipo de pelis? Pero bueno, visto el ojo que tenía Mann con las mujeres (Sara Montiel), su fijación por el bueno de Jimmy resulta, hasta cierto punto, incluso comprensible.

En cualquier caso, yo -por mi parte- seguiré recurriendo a Hawks, Wellman, Peckinpah, Leone, Eastwood o Ford (con el que últimamente me he reconciliado) cada vez que quiera ver un western como Dios manda. Y que no me vengan con ostias, joer.

(Reseña publicada por Xavi J. Prunera en FilmAffinity el 12-11-09)

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