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jueves, 8 de diciembre de 2016

EL DÍA DE LA IRA

(I giorni dell`ira - 1967)

Director: Tonino Valerii
Guion: Ernesto Gastaldi y Tonino Valerii

Intérpretes:
- Giuliano Gemma: Scott Mary
- Lee Van Cleef: Frank Talby
- Walter Rilla: Murph
- Christa Linder: Gwen
- Pepe Calvo: Bill Blin


Música: Riz Ortolani

Productora: Sansone y Chroscicki
País: Italia/Alemania

Por: Güido MalteseNota: 6,5

Fank Talby: "Cuando dispares contra un hombre, mátalo... si no, antes o después, te matará él a ti"

 

La mayoría del gran público asocia el Spaghetti Western con Sergio Leone y Clint Eastwood debido a la famosa “Trilogía del dólar”. Cierto es que el director romano está muy por encima del resto de autores del western europeo y que fue imitado, aunque nunca igualado, hasta la saciedad. El boom que supuso su primer SW, “Por un puñado de dólares” y el éxito desmesurado de “La muerte tenía un precio” supusieron una avalancha de producciones europeas siguiendo la estela marcada por el maestro Leone y, justo es decirlo, por el gran Ennio Morricone que “inventó” una música muy propia del género y clave en el éxito de éste. Y aunque muy poco de lo hecho (más de 600 films) tenga un cierto interés cinematográfico, cierto es que se rodaron unos cuántos Spaghetti Western bastante dignos e interesantes. Y a uno de ellos, en mi opinión uno de los 10 mejores, voy a dedicar mi reseña de esta semana.


Tonino Valerii, el que fuera asistente de dirección del mismísimo Leone y había debutado como director un año antes con la aceptable “Cazador de recompensas", y el guionista (y también director) Ernesto Gastaldi gestaron el libreto de lo que sería uno de lo más reconocidos westerns rodados en Europa.


Para los papeles protagonistas se contó con dos de los grandes iconos que saltaron a la fama al inicio del género. Por un lado, Giuliano Gemma, que tras protagonizar “Una pistola para Ringo” en la que encarnaba a un pistolero simpatico y burlón, creó un nuevo héroe más “amable” pero igualmente mortífero y no dejó de encadenar éxitos, ganándose el cariño del público. Y cómo contrapartida, Lee Van Cleef, encumbrado a lo más alto del Spaghetti Western gracias a su mirada acerada, su rostro duro y anguloso y su gran presencia física y, por supuesto, gracias a sus intervenciones en “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo” (sin olvidar que antes del film que nos ocupa, protagonizó dos de los mejores westerns “mediterráneos”: “El halcón y la presa” y “De hombre a hombre”).


Gemma encarna a un muchacho, Scott Mary, de padre desconocido –uno de los detalles más crueles de la película- que es despreciado por casi todo el pueblo en el que vive y que sobrevive recogiendo los excrementos de sus vecinos casa por casa. Hasta que un día aparece Frank Talby (sensacional Lee Van Cleef, que inunda la pantalla cada vez que aparece) del que Scott desea aprender todo lo relacionado con desenfundar el revólver. El film narra la nada fácil relación paterno filial entre ambos y sus terribles consecuencias. Muy a destacar las lecciones que Talby irá enumerando a su alumno y que serán recordadas una a una en el desenlace final.

 El film se divide en dos partes bien diferenciadas y, al mismo tiempo, perfectamente ensambladas gracias a la psicología tan bien definida de sus personajes. Mientras Scott va cambiando a mejor, Frank decubre su verdadera personalidad revelando esa clase de hombre en el que uno no debe convertirse, midiendo con doble rasero la diferencia entre ley y justicia. Los dos personajes están muy bien tratados y el paulatino cambio que van incrementando se nos desvela linealmente, sin cambios bruscos y giros de guión inesperados tan presentes en el género. Valerii maneja perfectamente el libreto y consigue mantenernos interesados con la historia de principio a fin. Uno de los mayores aciertos es conservar el punto de vista de Scott, que mira a Talby con admiración, la misma que siente el espectador cuando aparece por primera vez a lomos de un caballo.


A medida que Scott va descubriendo que Frank es simple y llanamente un pistolero cuyos días se acaban y quiere asentarse en un lugar dónde tener un futuro conseguido a punta a revólver, el espectador también lo irá descubriendo. Y si los matices de los personajes no fuesen suficiente, Valerii evoca sin complejos el imaginario del western clásico (un revólver que perteneció a Doc Holliday, por ejemplo), mezclándolo con la violencia y suciedad del SW, pero sin llegar a los límites tan exagerados asentados por Sergio Leone. A destacar el duelo entre Talby y otro pistolero a lomos del caballo, algo bastante original y no visto anteriormente.

  
Valerii demuestra su profesionalidad plano a plano y encuadre tras encuadre, manejándose perfectamente y con todo bajo control en todo momento.


De gran elegancia visual y sin duda uno de los grandes momentos del género, es el duelo final que enfrenta al alumno, ya aventajado, con el maestro. Lo más llamativo será el alumno enumerándole a su maestro y aplicándole una a una, las mismas reglas que éste le enseñara. Una escena que, para mí, es puro Spaghetti Western.


Riz Ortolani compone un dinámico tema central que le va muy bien al film (¡que le pregunten a Tarantino!). La música acompaña perfectamente tanto a los personajes cómo a las situaciones.


Para terminar, recomendar sin duda alguna el visionado de este film y deciros que mi puntuación de 6,5 es en el contexto general del Western; en una puntuación centrada solamente en el SW tendría sin duda un 9. Y comentaros que éste fue el último “gran” Spaghetti Western de Lee Van Cleef, todo un icono del género.

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